Un puñado de personas que se reúnen en silencio en un edificio en ruinas es una postal que como anunciábamos hace algunas semanas, se está volviendo de lo más común en Mónaco. El caso es que el Principado está realizando cada vez más construcciones de alto valor, y con ellas derriba muchos edificios que supieron ser el centro de la escena cultural y social en el país, una verdadera pena para los turistas, y claro, para los habitantes locales.
Elizabeth Wessel , un diseñador de moda de las tantas personas que se ubicó frente a la demolición del Sporting d’ Hiver, un antiguo club de juego y uno de los últimos edificios de estilo Art Deco que queda de la región, ha precisado muy bien cómo es la situación en la región: “hagamos lo que hagamos, las autoridades tienen siempre la última palabra. No hay nada que podamos hacer”.
Con una población de alrededor de 36.000 habitantes, y un ingreso per cápita de más de 150.000 dólares por persona y por año, Mónaco para el sitio ideal para que no haya inconvenientes en la manutención de edificios antiguos pero bien conservados. Sin embargo, la aplastante realidad del boom inmobiliario ha llevado a que muchos de ellos sean destruidos sin velar por los tesoros que guardan en su interior.
Además, esta situación se suma al halo de desesperanza de muchos monegascos sobre la forma en la que Alberto II lleva el Principado. De hecho, la semana pasada, un joven de 23 años fue condenado en un tribunal de insultar a la familia real en Facebook y recibió una sentencia en suspenso de ocho días.